“Malas Palabras”
narra la cotidianidad de Flor, una niña de diez años que, como cualquier otra,
va a la escuela y disfruta de inventar juegos con sus amigos. Dentro de ese
devenir diario, Flor descubre que hay elementos de su historia que no sólo no
conoce sino que cuando se los pide a sus padres, ellos tampoco pueden
responder.
Es allí cuando la
protagonista detecta que hay algo que le están escondiendo y empieza a buscarlo
cuestionando todo. Ese es el momento en que sus padres deben afrontar revelarle
la verdad que decidieron callar: Flor es adoptada.
A partir de entonces,
vemos como su mundo infantil se ve trastocado por esta noticia, cómo esta niña
de diez años asume y enfrenta el conocimiento de su adopción.
Una historia que uno
podría imaginar dramática, se trasforma a partir de la narración en un universo
íntimo, cercano, gracioso, dulce, desde una intensa poética visual.
Cada que vez que Malas Palabras es llevada a los escenarios, se está haciendo una apuesta fuerte; se está proponiendo un tema que no es fácil de abordar para los adultos. Justamente son ellos los que esconden la verdad como si fuesen malas palabras, los que callan, y es la niña la que busca conocerla y enfrentar al ogro del silencio.
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