El aprendizaje cooperativo favorece la integración de los
estudiantes. Cada alumno aporta al grupo sus habilidades y conocimientos; está
quien es más analítico, quien es más activo en la planificación del trabajo o
del grupo; quien es más sintético, facilita la coordinación; quien es más
manipulativo, participa en las producciones materiales. Pero lo más
interesante, según las investigaciones realizadas (Joan Rué, 1998), es el hecho
de que no es dar o recibir ayuda lo que mejora el aprendizaje en el grupo, sino
la conciencia de necesitar ayuda, la necesidad consciente de comunicarlo y el
esfuerzo en verbalizar y tener que integrar la ayuda de quien lo ofrece en el
propio trabajo. La retroalimentación es un elemento clave para explicar los
efectos positivos del aprendizaje cooperativo.
El trabajo de cooperativo aumenta el rendimiento en el proceso
de aprendizaje: los objetivos de trabajo autoimpuestos por los propios alumnos,
potencian más el esfuerzo para conseguir buenos resultados que los objetivos
impuestos desde el exterior.
Asimismo, amplía el campo de experiencia de los estudiantes y
aumenta sus habilidades comunicativas al entrenarlos en el reconocimiento de
los puntos de vista de los demás al potenciar las habilidades de trabajo
grupal, ya sea para defender los propios argumentos o reconstruir
argumentaciones a través del intercambio.
El aprendizaje cooperativo constituye ciertamente un enfoque y
una metodología que supone todo un desafío a la creatividad y a la innovación
en la práctica de la enseñanza.
En síntesis podemos puntualizar que en los grupos cooperativos:
·
Se establece una interdependencia positiva entre
los miembros en cuanto que cada uno se preocupa y se siente responsable no sólo
del propio trabajo, sino también del trabajo de todos los demás. Así se ayuda y
anima a fin de que todos desarrollen eficazmente el trabajo encomendado o el
aprendizaje propuesto.
·
Los grupos se constituyen según criterios de heterogeneidad respecto
tanto a características personales como de habilidades y competencias de sus
miembros, lo cual propicia la complementariedad.
·
La función de liderazgo es responsabilidad compartida de
todos los miembros que asumen roles diversos de gestión y funcionamiento.
·
Se busca no sólo conseguir desarrollar una tarea sino también
promover un ambiente de interrelación positiva entre los
miembros del grupo.
·
Se tiene en cuenta de modo específico el desarrollo de competencias
relacionales requeridas en un trabajo colaborativo como por ejemplo:
confianza mutua, comunicación eficaz, gestión de conflictos, solución de
problemas, toma decisiones, regulación de procedimientos grupales.
·
La intervención se ajusta a un feed-back adecuado a
los modos de interrelación mostrados por los miembros.
· Además de la evaluación grupal se implementa también una evaluación individual para cada miembro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario